II Slalom de Arnedo

Iglesias entre la debacle

El segundo slalom organizado por el Automóvil Club de Arnedo contó con la presencia de mas de veinte pilotos, por lo que se preveía una espléndida tarde que, poco a poco, se vio truncada por las distintas averías sufridas por mas de la mitad de los participantes. El circuito trazado por los organizadores, el mismo que ya ha visto cerca de una decena de carreras, pudo ser el culpable de alguno de estos incidentes, ya que los pilotos conocen a la perfección cada uno de sus giros y arriesgan más de lo conveniente. Otros abandonaron por problemas mecánicos, y si a estas circunstancias se suma el gran número de vehículos que son conducidos por dos pilotos, la tarde que se presagiaba larga y tensa terminó en debacle.

 

El primero de los pilotos en abandonar no pudo ni tan siquiera tomar la salida en la manga de entrenamientos, dejando la carrera en la vuelta de reconocimiento. El Rush M3 de Fabio, actual campeón en titulo, rompía el distribuidor de su 6 cilindros, sin posibilidad alguna de arreglo, privando así a los espectadores de la pelea por el triunfo.

 

También en la manga de entrenamientos el Seat 124 de Quiñones se iba recto y dejaba el tren delantero contra un bordillo y, para colmo de desgracias, el Seat Ritmo de Peña, que estrenaba mecánica 1.600, dejaba la carrera por avería y Io propio tenía que hacer Daniel Solana al impactar contra otro bordillo a escasos metros de meta. Seis pilotos abandonaban en entrenamientos, a los que hay que sumar el a la postre triunfador, Roberto lglesias, quien veía cómo su Peugeot 205 se negaba a engranar las velocidades en la salida. Tampoco el impetuoso Carlos Jaráiz se vio libre de incidentes, aunque su bordillazo fue de auténtico impacto.

 

Con estos comienzos el numeroso público asistente se conformó con las evoluciones del Ford Fiesta Turbo de los hermanos Valdenebro, quienes presentaban su candidatura al triunfo final, marcando unos cronos que así lo confirmaban.

 

Iglesias, estratosférico

La primera manga oficial tuvo como protagonista a Roberto Iglesias, quien, una vez soluciona dos los problemas de su afinadísimo Peugeot 205, rompía cualquier pronóstico, aventajando en más de 5 segundos a su más inmediato perseguidor, Rubén Valdenebro, dejando cada vez más claro que sus aspiraciones al titulo son cada día más fundadas. Más que rodar, casi volaba por los giros del circuito. Tras ellos, Chema Gómez y Ricardo Garrido hacían la guerra por su cuenta, y se esperaba la participación de Jesús Valdenebro, único participante que podía acercarse al estratosférico tiempo de Iglesias.

 

Pocos segundos más tarde de tornar la salida, Valdenebro volvía por sus pasos con un palier de su energético Ford Fiesta roto, con lo que otros dos pilotos se quedaban fuera, a los que se añadiría poco más tarde Francisco Hernández. Tampoco en esta manga privó Jaráiz a sus seguidores de un espectacular bordillazo, que sonó como un estruendo, sin que este segundo incidente pudiera tampoco con el pequeño Nissan Micra.

 

La segunda de las oficiales, diezmada de esa manera la inscripción y con un mejor tiempo que a todos pareció imbatible, tuvo que ver también cómo Roberto Iglesias intentaba mejorarlo y, si ya en la manga anterior había enseñado los bajos de su coche entrando en dos ruedas en el giro más rápido, se subía en esta ocasión sobre dos de las ruedas que delimitaban una chicane en bajada, estando a punto de volcar. Al final, la sangre no llegó al río y con sólo diez pilotos clasificados se dio paso a la entrega de trofeos en la que, merced a la obligatoriedad reglamentaria de entregar galardones a los diez primeros clasificados, todos los que terminaron la prueba tuvieron un recuerdo que llevarse a casa.